Y como acto de masoquismo decido besarte, sin importarme el por venir, las consecuencias y el dolor que voy a sentir cuando extrañe tenerte conmigo.

domingo, 3 de julio de 2011


Tenía los labios inmóviles, pero cuando lo miré parecieron sonreír sin hacer el más mínimo movimiento. Lo miré más fijamente, convencido de que se trataba de una poderosa ilusión en la que yo no podía penetrar. Y, cuanto más miraba, más parecía sonreír y, por último, se animó con un susurro, un murmullo, un cántico mudo.

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