Y como acto de masoquismo decido besarte, sin importarme el por venir, las consecuencias y el dolor que voy a sentir cuando extrañe tenerte conmigo.

martes, 27 de septiembre de 2011


Tú me dices, yo te digo. Y así empieza nuestra guerra cotidiana. Tú te armas de adjetivos, yo conjugo el peor de tus pasados. Y te apunto donde duele, y te acuerdo el peor de tus pecados. Tú disparas donde sabes que haces daño. Y en el campo de batalla quedan muertos los minutos que perdemos.
Tú me dices, yo te digo, y así acaba nuestra guerra cotidiana. Esta guerra sin cuartel que nadie gana. ¿Porque hablamos y no usamos ese tiempo en darnos besos, en pintarnos con las manos, las caricias que queremos y que no nos damos? Porque siempre hablamos de lo tuyo y de lo mío, del pasado y los culpables, mientras muere otro minuto porque hablamos. Y te amo y me amas, pero somos más idiotas que sensatos. Y aparece otro día que aprovechamos de esta maldita enfermedad de hablar de más.

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